¡Las puertas correderas han llegado para quedarse!

Conoce sus principales ventajas y tipos

puertas correderas

Las puertas correderas optimizan el espacio de una estancia, permitiendo el aprovechamiento de espacios pequeños o limitados, uniéndolos o separándolos para crear espacios diáfanos según la necesidad.

La selección del modelo y los materiales ayudan a que este elemento cumpla, además de una función distribuidora, una estética, mimetizando las puertas correderas con las paredes y los espacios que separan y unen. Por supuesto, si adaptamos el estilo de la puerta corredera al resto de la decoración, quedarán más “camufladas” aún en el entorno; consiguiendo así fusionar diferentes estancias y ampliarlas o reducirlas según lo que deseemos.

Los materiales que seleccionemos establecerán el estilo que tendrán nuestras puertas correderas. En artículos anteriores de Carpintería Online, hablábamos de la estrecha relación material-estilo que se establece a la hora de decorar.

Cada espacio tiene su estilo y este va ligado a unos materiales que refuerzan esa estética creando espacios únicos. El cristal, por ejemplo, deja pasar la luz de una estancia a otra; por lo que, aunque la puerta corredera esté cerrada, ese espacio no perderá la sensación de luminosidad y amplitud que aporta este material, además, su fino grosor aporta elegancia y delicadeza.

Las puertas correderas de otros materiales como la madera son más gruesas y aportan más continuidad en el espacio que las puertas de vidrio; además se mimetizan mejor en el espacio (ya que pueden pintarse del mismo color que la pared u otros elementos). Por otro lado, al igual que el cristal aumenta la sensación de diafanidad, la madera crea espacios cálidos y hogareños.

El tipo de instalación que fijemos para nuestras puertas correderas también influye en el resultado final. La instalación puede ser de dos tipos: adosadas a la pared o empotradas.
El primer tipo se caracteriza por su sencilla instalación, en la que únicamente necesitaremos un marco con dos raíles para permitir que la puerta se mueva. En cuanto a las puertas que van empotradas al muro, aunque su instalación y desinstalación sean más complejas, la sensación final cuando la puerta está cerrada o abierta es de mimetización total con el espacio, ya que queda totalmente integrada en la estructura de la pared.